Teofanía y Signos, Resumen
Resumen del apartado:
TEOFANIA Y SIGNOS
Eliade, M. Lo sagrado y lo profano. España: Editorial Paiddós Ibérica, Cuarta Edición, 1981.
Consideraciones iniciales:
Lo sagrado es lo real, y es a la vez potencia, eficiencia, fuente de vida y de fecundidad.
Las hierofanías anulan el carácter homogéneo del espacio y hacen evidente o "revelan" un "punto fijo".
Existen tres diferentes medios por los cuales el hombre religioso recibe la revelación de un lugar sagrado:
- Los umbrales o puertas constituyen la solución de continuidad del espacio, por eso son tan importantes desde el punto de vista religioso, son al mismo tiempo: símbolos y vehículos; ya que, en el interior del recinto sagrado queda trascendido el mundo profano. La trascendencia se expresa por cualquier imagen que haga referencia a una "abertura". Así, el templo pasa a ser, una "abertura hacia lo alto", y por tanto asegura la comunicación con el mundo de los dioses. La revelación divina (teofanía) indica el punto de tránsito de un modo de ser a otro.
Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el año de Jubileo de la Misericordia, papa Francisco
- A veces no se requiere teofanía o hierofanía, sino que basta con un signo cualquiera para indicar la sacralizada del lugar. O sea: "algo" que no es de este mundo se manifiesta de manera evidentemente cierta (apodíctica), y al ocurrir de esta manera, señala una orientación o decide una conducta.
Un morabito se detuvo a pasar la noche, clavó el bastón ene el suelo y al día siguiente había echado raíces y retoñado, ahí se fundó El-Hemel; relato parecido ocurre con la vara de Aarón cuando Jehová escoge a sus hijos para encargarse del Tabernáculo (Núm 17:23)
- Si nada se manifiesta, puede provocarse la aparición del signo. Se hace un "evocativo" valiéndose de animales que revelan la sacralidad del lugar. En otras palabras: los hombres no tienen libertad para "elegir" el lugar sagrado; sino que más bien lo buscan y descubren a través de signos misteriosos.
Se podía solar un toro doméstico y buscarlo varios días después, se sacrificaba en el lugar donde se le encontraba y luego se erigía el altar y alrededor de ese altar se construiría el pueblo.
Consideraciones finales:
El hombre religioso tiene el deseo de moverse en un mundo santificado, esto lo ha conducido a desarrollar técnicas de "construcción" del espacio sagrado.
El ritual mediante el cual se construye el lugar sagrado es eficiente siempre y cuando cumpla una condición: reproducir la obra de los dioses.
Para poder comprender esa necesidad del hombre religioso, debemos cambiar nuestro concepto de "mundo", para adquirir conciencia de que para el hombre religioso: todo "mundo" es un "mundo consagrado".
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